En esta performance la bailarina Amalia Herrera nos presenta un homenaje a todas aquellas mujeres que nos construyen.
Cuando supe que mi abuela se había ido, quise correr
a abrazar algo que me recordara la inmensidad que se reunía cuando la abrazaba.
Estaba lloviendo mucho y estaba al otro lado del océano, era imposible llegar a
tocar su cuerpo antes de entregarla a la tierra como ella quería ser recibida.
Lo primero que hice fue correr a mi patio bajo la
lluvia e ir a tocar la tierra, apretarla, acariciarla y sentir su mano
apretando la mía.
Su jardín está lleno de plantas, árboles, semillas,
brotes, nacimientos, transformaciones, memorias, juegos, historias, secretos,
llantos, amor.
Es el patio de la casa de mi abuela que necesité
bailar para despedirla en su lugar favorito, donde jugué toda mi infancia.
Lo despedí en abrazos a sus plantas, enseñanzas de
la tierra que nos transforma y replanta infinitamente porque en ella habitamos
terrenalmente.
Con mi abuela Lila aprendí la fuerza del silencio que planta, alimenta,
resiste y brota en higos, peras, naranjas, nísperos, zapallos, cebollas,
acelgas, zanahorias, ajos, y hierbas.
Las hierbas eran para sanarnos, para pensar, para
compartir y descubrir.
Ella sabía todo del poder de las hierbas transmitido
por otras mujeres de su linaje.
Amalia Herrera es una artista creadora e investigadora de las artes escénicas vivas, especialmente danza y teatro.
Sus intereses han estado siempre entre investigar, descubrir y crear formas de movernos y expresarnos en el movimiento, desde el movimiento, con el movimiento hacia el movimiento en la escena, en la vida, en las relaciones afectivas que nos configuran y que construimos como seres humanos artistas sociales.