Nanuq

Nanuq era un oso polar que nació en una madriguera en Nunavut. Pasó los primeros meses de vida acurrucado junto a su madre y hermano, alimentándose de leche y escuchando historias sobre el mundo exterior. Después de unos meses, los cachorros eran lo suficientemente grandes y fuertes para sobrevivir en el exterior, por lo que su madre excavó una salida y su aventura empezó.

Los cachorros disfrutaban jugando y correteando en la nieve, y aprendieron a volver junto a su madre ante cualquier señal de peligro. Una mañana, la familia emprendió el viaje hacia la banquista; la madre necesitaba comer para producir más leche para sus cachorros. En el camino, los cachorros conocieron multitud de olores nuevos, que su madre les iba enseñando.  A llegar a la banquista, la madre empezó a enseñar a los cachorros el arte de cazar.

Unos meses más, la familia llevaba unos días sin cazar nada y estaban hambrientos. Nanuq y su hermano se empezaron a pelear ruidosamente cerca de una manada de morsas con colmillos gigantescos. De repente, un oso polar apareció y se acercó a las morsas para intentar cazar alguna cría. La madre de Nanuq, asustada, reunió a sus hijos y los intentó alejar, pero ya era tarde. El oso polar había identificado a Nanuq y a su hermano y se dirigía hacia ellos para comérselos. La familia consiguió alejarse lo suficiente y perderlo de vista, y la madre les contó que el hambre llevaba a los osos polares a hacer casi cualquier cosa, y que la banquisa se derretía cada vez más deprisa en verano, por lo que encontrar comida se volvía más difícil.

Para cuando el verano llegaba a su fin y el hielo volvía a formarse, Nanuq y su hermano habían aprendido lecciones vitales que les ayudarían cuando fueran adultos.