La balada de Oppenhaimmer Park
© Alejandro MagallanesHubo un momento en que la cámara giró sobre sí misma, y dejó de enfocar al mundo para enfocar a quien la manejaba: el realizador y su entorno, su familia, su vida, su historia. Se han hecho grandes documentales en el entorno de la familia. Muchas indagan, con la cámara como punzón, en historias que nunca se habían tratado abiertamente en el entorno familiar: secretos, heridas, llagas que la cámara trata de destapar, y, por qué no, de curar. La cámara, el dispositivo cinematográfico, sirve de vehículo para exorcizar las historias soterradas, cuestionar los roles dentro de la familia o, como un detonante para el diálogo. Comentaremos fragmentos de Diary (David Perlov, 1973-1983), Nobody’s Business (Alan Berliner, 1996) o La deuxième nuit (Eric Pauwels, 2016). Referentes todas ellas de la diversidad de enfoques posibles a la hora de abordar el retrato de lo más íntimo de una familia, y referentes a la vez de la riqueza infinita del ámbito familiar como espacio cinematográfico.