Dedicó esta edición a la pareja Juana de Aguirre (1877-1962) y Pedro Aguirre Cerda (1879-1941), este último una figura imprescindible en la carrera del poeta. Al año siguiente, la obra fue publicada en Chile. La belleza y originalidad de la poesía de
Desolación fue suficiente para que la poeta chilena previamente desconocida fuera reconocida internacionalmente y se convirtiera en una de las poetas iberoamericanas más prometedoras de la primera mitad del siglo XX. Veintitrés años después, en 1945, Gabriela Mistral se convirtió en la primera escritora iberoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura y la tercera en lengua española. Los poemas de la obra nacen de la desolación producida por la pérdida de su joven amor, Romelio Ureta (1883-1909), quien se suicida por la angustia de la vergüenza de las deudas.
Desolación es un libro amargo y dulce a la vez; y, además, con luz propia, porque se nota una afirmación consciente de la importancia de colaborar con los demás. Esta proyección denota un mestizaje propio que puede provenir de sus antepasados: una rara mezcla de aborígenes, vascos y judíos. Además, también el altivez de su identidad mixta.
Es con esta densidad que homenajearemos a Mistral y a toda su obra.