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La Verbena de la Paloma: culto, fiesta y zarzuela

La Verbena de la Paloma: culto, fiesta y zarzuela @Cristina Duara

Una verbena es una fiesta popular. Durante los calurosos meses de verano se celebran en la ciudad de Madrid verbenas centenarias que entrelazan rituales sacros y profanos, bailes y plegarias, churros y aires de zarzuela. A través de verbenas como las de San Antonio de la Florida, San Cayetano o La Paloma, la sociedad del presente establece un coloquio con su alter ego del siglo XIX, reflejo lejano pero también semillero cultural, social y urbanístico de la actual metrópoli. Durante las verbenas, la urbe repliega su escala al perímetro de sus barrios y las calles pasan a ser escenografías de un casticismo que se debate entre la nostalgia y la heterodoxia.

La verbena de la Paloma se celebra cada 15 de agosto y es la de mayor resonancia en el imaginario colectivo. La Virgen de la Paloma, en torno a la cual se origina el culto, no es la patrona oficial de Madrid sino su patrona popular. La fiesta es la última del verano y, como tal, punto de encuentro y recompensa para los que permanecen en la ciudad en agosto. Además, inspira y da título a una de las obras cumbre de la zarzuela, el género lírico popular que experimenta su máximo apogeo en la España del último tercio del siglo XIX. Escrita por Tomás Bretón y Ricardo de la Vega en 1894, La Verbena de la Paloma, o el boticario y las chulapas y celos mal reprimidos, es una de las obras más influyentes y representadas de todo el repertorio, se ha traducido a varios idiomas y es punto de partida de tres versiones cinematográficas.

En el templo, en la calle y en los patios de butacas, la verbena de la Paloma concita rituales sociales que, lejos de ser estancos, intercambian símbolos visuales y sonoros. La calle y sus tipos populares sustancian el sainete lírico de Bretón y de la Vega, cuya obra transcurre por completo en el espacio público; en la calle se entrelaza la iconografía religiosa de la Virgen de la Paloma con la evocación teatral y musical de los personajes de la zarzuela; el altar del templo se convierte en escenario del tradicional descenso del lienzo de la Virgen por parte del cuerpo de bomberos, y en sus naves suenan músicas de la calle y el teatro. Abrazándolo todo está el mantón de Manila, prenda de origen chino asimilada como castiza, que engalana el templo, viste a las chulapas de la verbena e inspira cuplés y números de zarzuela.

La exposición invita a reflexionar sobre estos nodos y ramificaciones a través de una serie de ofrendas musicales relacionadas con la verbena de la Paloma. En diálogo con el paisaje sonoro de la exposición, una serie de objetos triviales y fragmentos de cine, teatro y televisión sugieren una suerte de arqueología popular. Las fotografías de Martín Santos Yubero (1903-1994) proponen un panóptico por cinco décadas de culto, fiesta y zarzuela. Desde el presente, la mirada de la ilustradora Cristina Daura re-imagina la iconografía de la verbena.

Fernando Carmena
Comisario de la exposición

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