Desde allá
Armando, de 50 años y con una vida holgada, encuentra en la calle a Elder, un joven problemático que subsiste a duras penas en la periferia social. Lo que iba a ser un episodio de prostitución callejera se convierte en una relación desequilibrada, cuyos actores intentan superar la inicial brecha y restañar las heridas del pasado. La agitada relación se va convirtiendo en una secuencia de fragmentos a medio callar. La intensidad consiste en que el director guarda distancias de sus personajes de forma consecuente.