Desde la memoria
En esta primera entrega de Escribir el exilio, Jordi Soler, Carole Martínez y Carine Fernández nos acercan a historias familiares, historias que transitan en un terreno incierto entre ficción y realidad.
La Portuguesa, una plantación cafetera cerca de Veracruz, es el reducto desde el que Arcadi evoca esa guerra perdida, el largo errar por el sur de Francia, que, además de penalidades, le ha dejado la emoción de asistir al funeral de Manuel Azaña en Montauban, la espera del reencuentro, recuerdos y esperanza. Esos son algunos de los ingredientes de la trilogía de Jordi Soler La guerra perdida (Los rojos de ultramar, La última hora del último día y La fiesta del oso). Carine Fernández, con Mille ans après la guerre, vuelve a la Extremadura de Miguel, un paisaje hermoso y terrible en el que reina toda la crueldad de la guerra, ese paisaje en el que aún permanece la presencia y el recuerdo del hermano fusilado. Carole Martínez, por su parte, sigue a Frasquita, mujer de extraños poderes, que es capaz de transmitir a través de la ropa que cose en su oficio de costurera, siempre errante por una Andalucía de revueltas campesinas y violencia.
Tres escritores que nos sumergen en una memoria colectiva donde conviven la ternura y la crueldad, la violencia, la magia, la realidad más prosaica y el lirismo, donde no falta el humor entre las escenas más terribles.
