La inmadurez política

Dos sátiras políticas que muestran cómo en tiempos de cambios políticos, el ciudadano medio siempre se toca el bolsillo. Dos películas irónicas con un sentido del humor negro y mordaz que no deja títere con cabeza, donde la política se mezcla con el amor y el amor confunde las ideologías. 

Debido a la censura franquista, el cine español se dio cuenta, desde muy pronto, de que el mejor modo de transmitir la crítica política era usar la comedia, ya que era un género eminentemente popular y aparentemente despolitizado. Pero este uso de la sátira política no se limitó a la dictadura, sino que también tuvo su auge en la Transición, y perdura hasta nuestros días con películas que ya no tienen como objetivo criticar el régimen, sino dejar en evidencia la falsa madurez política y emocional de la sociedad española.

Selfie muestra el cambio de paradigma que supuso el 15-M, cuando la política pareció calar realmente en la sociedad española. Pero, a la vez, muestra el reverso de la moneda, cómo los españoles no estábamos preparados para intervenir en política y cómo por eso cualquier tipo de ideal queda grande ante la única perspectiva de enriquecerse y aprovecharse de las distintas coyunturas, que parece ser el único punto en común de todas las ideologías.

Tigres de papel es, ante todo, un retrato de cómo vivía la política la generación nacida en los años setenta. Muestra las contradicciones de esa juventud que por primera vez en mucho tiempo vive en libertad y que tiene que estar a la altura y ser moderna, aunque esa modernidad se le quede grande. Y sobre todo, es una generación que habla, habla y habla, pero que no actúa, que no puede evitar no llenar de cháchara cualquier acontecimiento, olvidándose al final de vivir.