El estilo visual de la obra de Alberto Vázquez adquirió un renombre especial con este corto, que tuvo un excelente reconocimiento en festivales de cortometrajes y de animación. La impronta en blanco y negro, la decrepitud y la autodestrucción de sus protagonistas se sobreponen al relato concreto para hacernos mirar hacia aquellos elementos de la vida más difíciles de asumir y que nos hacen absolutamente vulnerables respecto al imperativo de las ilusiones o los sueños.
