7 minutos
7 MinutosJorge descubrió, de pronto, un hueco en su cabeza donde cabía el vacío de su existencia, la opacidad de su presente. Bastó abrir la pantalla del ordenador para percatarse de ello. Sonrió. El hastío no escamoteaba ni un minuto de su tiempo recordándole la pereza que le daba su vida. Le apeteció prepararse un café, encendió un cigarro, necesitaba aplacar la terrible resaca del día anterior y dejar que las horas siguieran su curso habitual: esfumarse sin tomarlo en cuenta. El enfado no se hizo esperar cuando notó que le quedaba sólo un cigarrillo y no había café. Echó un ojo a su reloj, eran las 10:40. Demasiado temprano para un trago.