Actividades culturales

El verdugo

José Luis, empleado en una funeraria, aspira a marcharse a Alemania y hacerse un buen mecánico. A causa de su trabajo, un día conoce a Carmen, hija de Amadeo, un viejo verdugo a punto de jubilarse, y entre los dos jóvenes se inicia un idilio que acaba rápidamente en boda. Un patronato de viviendas concede a Amadeo, por su calidad de empleado, un piso moderno que colma las ilusiones de la nueva pareja y las esperanzas de una vejez tranquila para el abuelo. Pero la concesión de la vivienda está especialmente condicionada al empleo de verdugo, por lo que Amadeo tiene que convencer a José Luis de que herede su cargo de verdugo y conserve de esta manera la vivienda. Sus razones son claras y no exentas de lógica: puede solicitar la plaza, cobrar y seguir ocupando el piso quizá durante años sin que tenga que ejercitar el empleo, ya que la pena de muerte no se prodiga y siempre hay indultos.

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