Álvaro Romero y Pedro Da Linha: Yeli Yeli
London Flamenco Festival 2023
Igual que el ritual del pañuelo que da nombre al proyecto (Yeli Yeli), para comprobar que las gitanas llegan vírgenes al matrimonio, hace referencia a los cantes de alboreá, Álvaro Romero llegó vírgenes a un espacio de creación cuyo germen surgió en la feria MIL de Lisboa, donde inició una residencia artística que lo llevó a aliarse en primera instancia con el productor portugués Pedro Da Linha, para a continuación seguir él mismo para modelar en solitario el proyecto de Yeli Yeli, con el acompañamiento en directo del batería Esteban Perles.
Inocentes e ingenuo, sin saber qué va a ocurrir, sin ningún tipo de prejuicios, sin miedo alguno al saber que no han manchado el pañuelo porque han sido violadas y que son impuras porque quizás, en el proceso, ya cayeron en la deshonra y la herejía. Bendita herejía cuando se trata de iluminar una nueva relación cultural: la flamenca y la de las diásporas ibéricas que nos llevan a territorios como América, Asia o África, y a coquetear con ritmos que van desde el kuduro a la electrónica de vanguardia, el reggaetón, el fado, las danzas primitivas, el gurugú o la nueva recodificación y asimilación de los folclores en movimiento.
El cante tradicional con el que trabaja Álvaro Romero (tanto en su proyecto RomeroMartín como en los tablaos o teatros) se emplea como herramienta crítica de pensamiento, haciendo de las letras un espejo en el que el público puede mirarse y verse los lunares, las arrugas propias de la edad o las cicatrices de viejas heridas. Romero lanza preguntas al aire como si fueran ‘oles’ escritos en lenguaje matemático y, sin detener su cante ni un solo momento, da claves para construir un relato sobre quiénes somos y sobre quiénes hemos sido. De este modo, la escena se convierte en un jardín en el que florecen cuestiones sobre la memoria histórica, la identidad colectiva, los roles de género o la violencia machista.
Una música que peca a conciencia de exceso, sin limitaciones de velocidad y con bpms que en algunos casos rozan los 222 por minuto. Un espectáculo sin igual que ya ha pasado por prestigiosos festivales como el Monkey Week, el Futurama, la Bienal Flamenca o el madrileño Conde Duque.