El Instituto Cervantes de Burdeos presenta en el Museo de Bellas Artes de la ciudad una muestra de obras de Goya. Con esta exposición, se ha querido presentar las relaciones de los rostros goyescos con los tratados de fisiognomía de la época en los que se hacen unos paralelos con animales que ya eran populares en el siglo XVI. Goya en su obra gráfica, pero también en su pintura de invención, construye unos rostros muy alejados del inexpresivo semblante de los cortesanos, cuya máscara es el disimulo. El rostro goyesco habla sin tapujos y directamente con el pueblo, que es el principal destinatario del mensaje de sus estampas.
La característica esencial de los rostros creados por Goya es la brutalidad, pues las emociones se muestran en estado puro. Y esa nitidez, que Goya alcanza con la intuición de su genio, la descubrimos compuesta por tres tipos de fisonomías: la animal, la patológica y la degradada.
Por eso es revelador contrastar las estampas de Goya con los tratados contemporáneos sobre fisonomía, pues en el período de su formación y actividad las obras sobre fisonomía alcanzan una extraordinaria difusión social con atención en todos sus estamentos.
No es extraño suponer en Goya un interés sobre la fisonomía desde su viaje a Italia, donde las reediciones de la fisonomía de Porta eran populares; e incluso un profesor de la Academia de Parma, Giuseppe Bossi, edita sus Fisonomia possibili que, como indica desde el grabado de su portada, son rostros construidos con las indicaciones de Durero sobre las desproporciones