El final de una locura
MeMHace casi cien años, Andrés Segovia pidió a Manuel M Ponce, unas variaciones sobre la folia de España, que pudieran darle a la guitarra la misma añeja prosapia que tiene el violín o el teclado. Espacio de encuentro, negociación y conflicto de una lucha concordante por una modernidad discordante, entre dos artistas que no siempre pensaban igual. Diferencia entre las dos visiones futuras de estos artistas, que se refleja en el final corto y brillante que tanto solicitó Segovia a Ponce, para terminar la obra ante públicos “menos entendidos”. A pesar de todo, Segovia nunca tocó este final, ni lo editó, ¿por qué? Localizados recientemente, dos manuscritos —uno del compositor—y otro del guitarrista, dan una respuesta justo en los últimos dos compases.