Crónicas del silencio o lo que la historia oficial (no) cuenta
Los cuerpos yacen junto al matorral unos junto a otros, casi encimados, la ropa enlodada, los miembros en posturas antinaturales. Están desfigurados. ¿Quién lo ha hecho y por qué? Hay alguien que observa, se acuclilla a ver las marcas en la tierra. Se va y regresa otro día, no está satisfecho con las respuestas vagas de la policía. Inquiere en el pueblo, escucha, observa y anota, no deja de escuchar. Quiere entender, contar lo que ha pasado. Va y vuelve, pregunta otra vez, pero la autoridad lo llama necio, lo hostiga. La respuesta oficial se repite, crece y se amplifica. Silencio. Observa, no se amedrenta, sigue avanzando. En su mente hay preguntas que le insisten. ¿Desde cuándo ocurre esto? Los pies se cansan, la nariz escurre, pero sigue ese alguien en su búsqueda. Una mañana se detiene. ¿Han pasado días, meses? No distingue más. Sigue avanzando. En esas tierras, le han dicho, hubo violencia en el pasado. Pueblos antiguos que se sentaban a oír el viento no existen más. No pueden contar lo que han sufrido. Siente el cansancio, cierra un momento los ojos. Parece recordar aquellas voces. Vienen de adentro. Un autor y una autora que miran de frente a la violencia y sus efectos, lo que se cuenta, quién lo cuenta y por qué. El lenguaje como una forma de denuncia, de registrar lo que ha ocurrido. De preservar la memoria.
