En Flying Pigs emprendemos un viaje alrededor de La Catársis. Nos adentramos en el caos de la materia para hacer aflorar los sentimientos, a la búsqueda de un instante efímero de belleza y placer. Un camino de esfuerzo y de renuncia en el que es inevitable el sacrificio de emociones. Estas emociones provienen de parámetros pasados que nos aferran a quienes éramos ayer y que nos bloquean dentro de una forma determinada, que hemos de poder desmontar o desvirtuar para convertirla libremente en una nueva: la deseada.
Los lugares que inspiran la vitalidad de la obra surgen a partir de referentes folclóricos, sagrados y artísticos que provienen del imaginario colectivo, como fiestas populares, conciertos o discotecas, reuniones familiares, festividades religiosas, tradiciones como la matanza mallorquina del cerdo u obras de arte como la Capilla Sixtina. El canto y la danza siempre han estado presentes en contextos sociales y culturales diferentes, haciendo de espejos que activan el tránsito interior y exterior, donde carne y espíritu experimentan en vivo el conocimiento sensual e intangible propio de una nueva
transformación, que es la esencia de cualquier acto de creación. Según la experiencia individual, en Flying Pigs estos referentes se yuxtaponen de
forma onírica y permiten que emanen nuevas imágenes, creando así un juego de transferencias poéticas de imágenes, sonidos y conceptos que se entrelazan para desembocar en el acto catártico de entregar al público un estallido emocional.