La génesis de las esculturas de Joan Miró se remonta a 1928, con la incorporación de collages y de objetos. Miró lanza su desafío a la pintura y ejecuta así su legendario «asesinato de la pintura» con la incorporación de materiales considerados «pobres». Esas obras lo llevarán de forma natural a las construcciones de 1930 y a las esculturas-objeto de 1931, que siguen la estela de la revolución que supuso la incorporación de objetos cotidianos en los ready-made de Marcel Duchamp y en las esculturas surrealistas.
Joan Miró volverá con fuerza a la escultura en los años sesenta, cuando emprenderá una producción amplia y ambiciosa. Conectará de nuevo con el objet trouvé u «objeto encontrado», que ensamblará con humor, a la manera de un «cadáver exquisito», y al que incorporará el procedimiento clásico de la escultura de bronce a la cera perdida. El artista encuentra su inspiración en toda clase de materiales recogidos al azar en la naturaleza durante sus paseos, o en objetos modelados por la mano del hombre que colecciona en sus talleres.
La exposición está comisariada por Véronique Dupas y comprende tres obras pictóricas, dos esculturas y cinco fotografías.
La exposición, con fondos procedentes de la Fundació Joan Miró, nace de un convenio para la promoción de la cultura y los artistas españoles entre el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, la empresa Abertis y las fundaciones Abertis y Joan Miró.
Esta actividad forma parte de las actividades programadas por la Embajada de España y el Instituto Cervantes de Atenas, con motivo de la Presidencia Española del Consejo de la Unión Europea.