Máquina narrativa de Felisberto Hernández
En el marco de la Semana de América Latina y en colaboración con la Embajada de Uruguay acogemos al profesor de literatura Juan Carlos Mondragón que nos hablará de la obra del autor uruguayo Felisberto Hernández.
En el presente literario se perdió el temor a la página en blanco, se censuran los diálogos de las novelas de James Bond y la inteligencia artificial ya está redactando los best sellers que ganarán con seudónimo los premios literarios. En la época de Felisberto Hernández la trama era otra: el escritor nació en la ciudad del Conde de Lautréamont, fue pianista concertista, publicó como pudo, fue desairado en su momento por la crítica, tuvo varias novias y una de las esposas era espía, propuso una poética de lo fantástico y creó una obra considerable. Es a ese conjunto de encuentros fortuitos que llamamos la máquina narrativa, estrategia que le ganó la partida al olvido, la obsolescencia y la amnesia programada de la industria cultural.
Felisberto Hernández (Montevideo, 1902-1964), fue fundador de una singular epistemología literaria, un narrador fantástico que exploró la subjetividad en busca de extrañas realidades. Considerado un narrador ingenuo, inventó mundos que se perciben desde el extrañamiento del sujeto, en donde personas, animales y cosas interactúan en la misma dimensión vital del misterio y a la vez constituyen una amenaza. Músico-narrador excéntrico que peregrinó con su piano por la provincia uruguaya y argentina, fue descubierto por Cortázar, su más ferviente valedor. Como ocurre con la buena literatura, su importancia se ha revelado con el tiempo, al margen de las modas y del favor de las instituciones.