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Mariano Fortuny y Nápoles

Mariano Fortuny y Nápoles Mariano Fortuny

Entre julio y octubre de 1874 Mariano Fortuny pasó una estancia encantada con su familia en Portici, en las afueras de Nápoles. Con el mar constantemente ante sus ojos, rodeado por un paisaje inmaculado dominado por cielos infinitos, Mariano dibuja mucho y abraza una pintura muy luminosa, cultivada para sí mismo, sin objetivos de venta que guíen su mano. Un momento percibido como una liberación, un deseo de autonomía respecto a las garras en las que lo había sometido el comerciante Goupil y su extraordinario y temprano éxito. En aquellos meses, se reunió en torno a él toda la comunidad de artistas napolitanos, incluido los jóvenes Vincenzo Gemito y Antonio Mancini, en un fructífero intercambio artístico cuyos efectos irían mucho más allá de la prematura muerte del pintor catalán, acaecida poco después de su regreso a Roma, el 21 de noviembre de ese mismo año.

Eugenia Querci ha sido profesora de historia del arte contemporáneo en la Universidad La Sapienza de Roma, ocupándose de historia de las artes entre el final del siglo XIX y el principio del siglo XX. Sus temas de investigación son los intercambios culturales internacionales, el coleccionismo, los fenómenos de revivals y de la evolución del gusto. En 2014 obtuvo su Ph.D. en la Universidad Complutense de Madrid con un estudio dedicado a la relación de los pintores españoles con Italia a lo largo de casi 100 años, enfocándose en la figura del pintor vasco Ignacio Zuloaga, pero también enfrentando un trabajo muy amplio relacionado con Mariano Fortuny y la colonia de los artistas españoles de Roma. 

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