Solitude

Para Gunnar sólo hay un hogar: su granja. Allí creció y envejeció. Ahora el gobierno islandés le ha quitado la tierra a cambio de una enorme indemnización. Encogiéndose de hombros, Gunnar acepta el cheque y se traslada a la ciudad. En el piso, escasamente amueblado, cuelga de la pared una foto de su caballo favorito, que lo dice todo sobre su añoranza. El tráfico y el ruido le molestan. Y no está acostumbrado a relacionarse con otras personas. El chico de al lado, Ari, tampoco parece tener muchos amigos. Cuando un día olvida la llave, llama al timbre de Gunnar. Cada vez con más frecuencia, la pelirroja pecosa aparece en la puerta del anciano. La cámara da un paso atrás y simplemente deja que los dos estén juntos. En su debut como directora, Ninna Pálmadóttir cuenta la historia de una amistad que no conoce límites de edad y tiene que luchar contra las adversidades externas.

La película se proyecta con el apoyo de The Party Film Sales y las Jornadas de Cine Nórdico de Lübeck.
Solitude ha contado con el apoyo del Programa MEDIA de Europa Creativa de la Unión Europea, el programa de financiación de la industria audiovisual en Europa.