El ángel exterminador en el Cine Club Pelliculot de Brujas

Unos respetables ciudadanos celebran una cena. Al cabo de un rato, resulta que los invitados no pueden salir de la sala. No hay obstáculos físicos, pero les falta fuerza de voluntad para salir. Poco a poco, la fachada pequeñoburguesa de decencia va cayendo. El Ángel Exterminador es una metáfora libre. Sus imágenes, como las de los sueños, no se corresponden con las de la realidad tangible; transmiten una realidad propia. Estas imágenes se rigen por su propia lógica, cuyo secreto no puede describirse en relación con la realidad cotidiana. Por esta razón, El Ángel Exterminador no es una película de símbolos derivados de una referencia bien definida. Como la Esfinge, Buñuel presenta un enigma, y con él resume su obra de más de 30 años uno de los más grandes directores del siglo XX. El Ángel Exterminador no es sólo un esfuerzo, es el resultado de una madurez profesional demostrada. Además, es un nuevo tipo de película, inspirada en la personalidad rebelde de un cineasta que se complacía en encontrar la verdad en lo insólito; una verdad que va más allá de las meras apariencias. Esta película inimitable no pretende ser una runa indescifrable. Al contrario, apela a la sensibilidad de cada espectador en la misma medida en que esta sensibilidad puede dar a la película su sentido y su significado últimos. La aprobación y el rechazo tienen el mismo valor en este caso. Los sueños no pueden aprobarse ni rechazarse; sólo pueden soñarse. El Ángel Exterminador es, pues, una experiencia necesaria, y por eso mismo constituye un hito en la historia del cine. El Ángel Exterminador es un retrato inquietante y veraz de la sociedad contemporánea; deja huellas y da testimonio de los principales problemas de nuestro tiempo. Proyección presentada en el Cine Lumière de Brujas por Pieter Keereman dentro de las actividades del Cine Club Pelliculot