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Los puños de una nación

Los puños de una nación Hypatia Films

La Embajada de Panamá en Jordania y el Instituto Cervantes de Amán presentan «Los puños de una nación», un documental dirigido por Pituka Ortega que ofrece una mirada profunda y conmovedora sobre la historia de Panamá a través de la figura legendaria del boxeador Roberto Durán, explorando cómo el deporte puede convertirse en símbolo de identidad, resistencia y orgullo nacional. 


Sinopsis: Hay quienes dicen que los héroes no nacen, se hacen. Este fenómeno ocurre, en la mayoría de los casos, de manera accidental y, casi siempre, quienes terminan desempeñando ese papel son los menos heroicos. Los puños de una nación explora este fenómeno a través de la figura del famoso y carismático boxeador panameño Roberto “Manos de Piedra” Durán.

Este es un extraordinario primer largometraje documental de Pituka Heilbron, que no se guarda nada en su exploración de un gran ícono positivo para toda la región y más allá. Durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, Panamá —al igual que el resto de América Latina— buscaba posicionarse frente a la presencia estadounidense en la zona. En Panamá, dicha presencia era aún más evidente debido a que Estados Unidos controlaba el Canal de Panamá. Los estadounidenses habían residido en el país y enarbolado su bandera en suelo panameño desde inicios del siglo XX.

En la década de 1950 nació en El Chorrillo, uno de los barrios más pobres de la ciudad de Panamá, un niño llamado Roberto Durán que más adelante sería conocido como “Manos de Piedra”. Este muchacho de la calle, que tuvo que pelear para sobrevivir y abrirse camino, se interesó por el boxeo simplemente porque le gustaba el equipo. Cuando decidió dedicarse a este deporte, juró que algún día sería el mejor boxeador del mundo. Así, Durán comienza a ganar, pelea tras pelea.

Mientras todo esto ocurre, Panamá atraviesa una búsqueda desesperada de identidad y una carrera por lograr la firma de un tratado que devolviera el Canal y todas las áreas ocupadas a los panameños. Para lograrlo, el líder político del país en aquel momento, Omar Torrijos, necesitaba despertar un sentido de orgullo nacional muy debilitado. En Durán vio el ícono perfecto para hacer que los panameños se sintieran orgullosos y alegres de sí mismos.

La historia entrelazada de Panamá y Durán alcanza proporciones épicas cuando, en 1980, Durán reta al "niño dorado" de Estados Unidos, Sugar Ray Leonard, por el título mundial wélter. En esa época, Centroamérica sentía con fuerza la mano dura del gobierno de Reagan. Por ello, desafiar —y posiblemente vencer— a un contendiente como Leonard tenía un enorme simbolismo político e ideológico. La popularidad de Durán trascendió fronteras y se convirtió en un héroe latinoamericano.

Sin embargo, la gloria y el orgullo que despertó en su país y entre sus seguidores duraron apenas un instante. Tanto Durán como Panamá iniciaron un errático recorrido de altibajos que culmina con el último “título mundial” de nuestro héroe: una pelea lamentable que aun así llena la arena en junio del año 2000.

A través de imágenes de archivo y entrevistas reveladoras, Los puños de una nación muestra cómo países como el nuestro, afectados por la terrible enfermedad de la baja autoestima colectiva, se aferran a sus héroes —por impredecibles, poco confiables o erráticos que sean— porque tienen el coraje de perseguir sus sueños, algo que como naciones debemos aprender a conquistar.

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